Pretéritas cartas de amor en arameo,
animales extintos copulando en sus cadáveres
mientras los postigos del cielo
se abren.
Llevo años contando el milagro chileno
a los culiados que no saben leer,
escribiéndoles la épica del nauseabundo
para falsearla después.
Por supuesto, en todo esto nada tiene que ver tu dios.
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