conozco la desesperación a grandes rasgos
André
Bretón
nadie limpió el líquido amniótico, mamá entre sus brazos gemía, no lloré primero los planetas estallando signos, colgajos míos del cordón umbilical, los hijos que no tendré clamando adentro pavorosa canción
***
dice madre madrecita a tu
hija aquí la tienes, padre padrecito aquí tu hembrita llena de sal, llorando
con miedo bajo tu cama, tuya tan tuya hasta temblar, hasta romperse los huesos,
los cartílagos desde adentro porque no estás, las carnes que sólo apestan
orfandad y miseria, o los mortuorios espejismos de una caricia que la chola ya
no desea sentir bajo su jumper nunca, nunca más
] todas íbamos a ser freddie mercury [
Fui fugaz -reina y rey de
chile urdidos
con amor a un mismo cuerpo
condenado al mar-
fugaz fue la efigie tosca de mi madre
amamantándome la rabia y la pobreza,
cantándome las épicas del sur
en himnos famélicos y apócrifos.
Los légamos de América fueron úteros,
las ínsulas del nothofagus
fueron la fotosíntesis para mis muertos,
anegando como aludes óseos
baldíos y ciudades,
esquirlas cegadas de humanos armazones.
Fui mamá para los abortados de chile.
Fui papá para los guachos del mundo.
Fui la nimiedad y el accidente y la peste.
La
antropofagia de ser india me trizó completa.
***
Por solamente rabia descuartizaron
los inasibles desterrados estertores
de esta india neón no dócil,
de esta india neón no dócil,
de esta chola venérea asida con terror
a las arpilleras del abismo,
ya rompiéndose mis metálicas falanges,
mis anémonas del cielo
asqueadas del nombre que me dieron
para no morir.
Placentarias rompedoras de mi sexo
leprosario y humeante.
Humus tormentoso, cuero sacro rajador:
-me volé en toluenos de acéfalo escozor.
-me preñé de oníricos roedores.
Fui imaginaria lingüística de una patria carroñada.
Y mis huesos, ni al romperse todos
dejaron de doler.
***
Mis cueros sin salar los enhebré a la rotura
de Nazca, al primigenio hálito
de continentes como islas e islas como cielos
de quiméricos árboles,
enraizada con magma mi vulva
a la cartografía de mi suplicio y mi amargura.
Soporté hasta donde pude la carga de amar
lo que aborrezco más
-vocabla herida, violácea sierva-
o ser de noche el holograma de mis muertos,
una y uno a igual imagen,
llorando bajo la cruz de mis propias larvas
y mis propios miedos.
Los chacales de América ya devoran mi carne
para dilatar su odio amor a mi,
mientras desgarran mi tripal
y menudencias,
o mi corazón, que si pudiera
igual
quisiera yo engullir.
***
de volver volví ya en casa no quisieran
la hijita prodiga de la family
ensanchadas mis caderas esperando
la traslación de los planetas
de hemoglobina hinché mis tetas
creyéndome la femme fatale de la lírica patria
la mia wallace esnifada
(girl you'll be a woman son)
kimberly, la power ranger rosa en cuatro patas
fui la menstruación de chile
la animita
primera del cielo
eternamente nada
] estigmas aéreos yuri gagarin [
1. (…) porque yo también tuve siete
años y una fijación enfermiza por la muerte. Yo también caminé escoriales y
légamos buscando las huellas de un papá en mi cuerpo, la teta mustia de mamá en
un perro lleno de apéndices y rabia. Como lo recuerdo un día, yo la infamia
carnea, la ósea lumínica que halló huevos de pajarito en el campo y por largo
tiempo contempló, admiró, sintió el calor de su matriz quebrándose entre dedos,
chorreando su savia, asomando sus diminutos fetos, pequeñas masas inexpresivas
de cartílago en formación para volver a casa y colgarlos del cordel. No supe ni
sentí, no pensé nada porque todo era justo y todo era bello. Restregué mis
pegajosas manos en mi entrepierna, dibujé la escena rosa en mi cuaderno de
esquelas para recordarla hoy, desde otra vida, desde otro mundo, solo porque
tengo miedo
2. colapsar los ápices de la
evidencia, el caparazón de la oquedad o el tórax expuesto de par en par tras la
transparencia, tras el corazón de un animal en calma. incendiar bosques de
coníferas flotantes, bosques de medusas como montañas de coníferas flotantes.
merodear el núcleo del cielo con mordiente esperanza, o caer, romper, emular el
golpe de la caída en el dolor de la caída. con una bolsa de nylon oprimir lo
que queda de día, lo que queda de amor hasta ver luces de colores y asfixiar un
poco el miedo, que es gigante pero también hermoso
3. (…) la musa jazmín VIH que
fui, ataviada en rosa y cardinal arpillera, volándome con neoprén tras la cancha
después del liceo, mojada y seca al mismo tiempo, manoseada por mis propios
hermanitos, profanada en la entrepierna por divinísimos monstruos de colores
que me hacían tiritar
4. La angulación de los
contornos, mamá mira a papá quien con las manos en los bolsillos le sonríe en
afable pose, De fondo, una cadena montañosa que ya no existe, la silueta de un
rancho modesto y el material óseo de estas palabras, que son las palabras de
otro; el cáncer de la abuela, la desaparición de la hija, el polvo de estrellas
del que se compone tanta pena
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