Pervertible es el semen que guardo en tu cajita de música,
pervertible el austero dibujo de un corazón
y el Sol de Chile
que me regalaste un día de granizo,
fuego y artificio,
y que guardo como se guarda
un tesoro a medio quebrar.

Pervertible es el olor a frambuesa de patio
que me viaja al beso de tu boca,
lascivia atroz,
sublime cobardía;
pervertible acefalia la de tu sexo
cerrándome de carroña en carroña.

Pervertible es la distancia que nos divide el sexo,
los tres mil kilómetros,
el relámpago y el naufragio,
la circunstancia de pasar por todas
buscando un árbol,
un color,
un cielo que se abra
como tú

y no vuelva.

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