Soy una ciudad.
Soy el espejismo de una ciudad rota
desde cuyas ruinas habla, con cierto dolor,
el silencio de toda una raza.
La veneración y la sangre,
el sustento lírico,
la infección intrapersonal:
todo cuanto soy lo he sido, sólo verbalmente,
y todo cuanto sé lo he sabido, escépticamente.
Soy una ciudad de carne, pelo y hueso
que deambula, inocua,
al margen de la Ley
y de Dios.
Soy una ciudad de hambre.
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